Como era previsible el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha rechazado los recursos de los gobiernos de Hungría y Polonia contra la norma de condicionalidad impuesta por la Comisión Europea. Bruselas decidió paralizar la llegada de fondos europeos a los dos Estados miembro, mientras sus gobiernos no solventen los expedientes abiertos ante la vulneración de derechos fundamentales por los Ejecutivos de Budapest y Varsovia. De esta forma, los ultranacionalistas Orbán y Morawiecki, deberán decidir si reculan y decaen sus legislaciones contra la independencia judicial, contra la libertad de prensa, contra los colectivos LGTBIQ y un largo etcétera de agresiones a los principios y valores democráticos europeos y si persisten en su actitud sobrevivir sin ayudas europeas o abrir la puerta de salida de la UE al estilo británico. El problema de ambos países es que fuera de la Unión su situación geopolítica pasaría a depender de la órbita de influencia rusa, lo que en Polonia es inaceptable y en Hungría provocaría una división de la población muy grave.
Categoría: Europa
ECon la pandemia los europeos nos hemos caído del guindo de la dependencia de abastecimiento en productos básicos para mantener nuestra forma de vida. Pasó en los primeros meses de la Covid-19 cuando los Estados de la UE más afectados clamaban por el suministro de equipos EPI y respiradores. Y, ahora, cuando la economía trata de restablecerse de las restricciones, nos enfrentamos a una crisis de oferta por la falta de piezas críticas para la industria. En una abrir y cerrar de ojos hemos sido conscientes de nuestra terrible dependencia de la producción china y de otros países asiáticos. Especialmente clamoroso es el caso de los semiconductores que a escala mundial ha forzado el cierre de fábricas en una amplia gama de sectores, desde los automóviles hasta los dispositivos sanitarios. Por todo ello, la Comisión Europea ha presentado un conjunto global de medidas para garantizar la seguridad del suministro, la resiliencia y el liderazgo tecnológico de la UE en las tecnologías y aplicaciones de semiconductores. La intención es clara: la Ley Europea de Chips reforzará la competitividad y la resiliencia de Europa y contribuirá a la transición digital y ecológica.
El Partido Popular ha lanzado una grave acusación que expande una tremenda sombra de duda sobre el uso y distribución por parte del Gobierno de España de los fondos europeos del Plan de Recuperación Next Generation. Si no estuviéramos demasiado acostumbrados al ruido permanente y a que finalmente nunca pasa nada sea cual sea la última fechoría política en la Villa y Corte, estaríamos ante una denuncia sin precedentes por las consecuencias que tendría de ser cierta. España ha sufrido una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes desde la Guerra Civil a causa de la pandemia. La solidaridad y altura de miras de la UE, nos ofrece la posibilidad de encontrar una salida a corto plazo gracias a 140.000 millones de euros que llegarán al Estado español en tres años. Usar adecuadamente esos dineros es crítico para el futuro, no solo para consolidar la recuperación, sino para lograr la transición ecológica y la transformación digital.
Hoy en día, la sociedad europea necesita más que nunca la contribución de las universidades y de otras instituciones de educación superior. Europa se enfrenta a grandes retos como el cambio climático, la transformación digital y el envejecimiento de la población, a la vez que se ve afectada por la mayor crisis sanitaria mundial en un siglo y sus consecuencias económicas. Las universidades, y todo el sector de la educación superior, se encuentran en el centro neurálgico de la educación, la investigación y la innovación, y tienen una función esencial a la hora de configurar economías sostenibles y resilientes y hacer que la Unión Europea sea más ecológica, inclusiva y digital. Por todo ello, la Comisión Europea ha adoptado dos nuevas iniciativas: una Estrategia Europea para las Universidades y una Recomendación sobre la construcción de puentes para una cooperación europea eficaz en materia de educación superior, que apoyarán a las universidades en este esfuerzo.
¿Qué tipo de soberanía es aquella que carece de recursos energéticos propios y de capacidad de defensa ante las agresiones? La respuesta, por desgracia, no es otra que ninguna. Pues ese es el enorme grado de debilidad de la Unión Europea en el contexto mundial. El espacio que goza de mayores cotas de libertad y bienestar en el Planeta, es un gigante con pies de barro poblado de ciudadanos absortos en su zona de confort, ajenos a los graves riesgos que les acechan. La reflexión viene al caso de la crisis provocada por Rusia en la frontera con Ucrania. Los planes expansionistas de Putin han apuntado por décadas de manera obsesiva al territorio ucraniano, para los rusos la “madre Rus”. Una intención que quedó evidenciada con la invasión de Crimea en 2014. Ante el riesgo cierto al que nos enfrentamos, la UE carece de instrumentos para siquiera jugar una partida disuasoria frente a Rusia. Podemos aplicar sanciones económicas que ya se demostraron ineficaces y la respuesta rusa puede implicar el colapso del suministro de gas a Alemania. Jaque mate.
Francia tomó el pasado 1 de enero el relevo de Eslovenia en la presidencia de turno del Consejo de la UE. Seis meses de vital importancia para la Unión y también para el país galo, pues, en abril y mayo celebrará sus elecciones presidenciales. Por tanto, para Emmanuel Macron presidir Europa supondrá la mejor campaña electoral posible, sobre todo, porque ya llegó hace cinco años al palacio del Elíseo como abanderado europeísta. “Recuperación, fuerza y sentido de pertenencia”, es el lema de la presidencia francesa, bajo el concepto general de que este es un momento para Europa. Ante la crisis sanitaria, el auge de los poderes agresivos y la alteración del clima, la mejor respuesta es una respuesta europea. Para ello, Francia propone la Recuperación y fortalecimiento de la economía para que Europa pueda apoyar las transiciones ecológica y digital. Fuerza para defender y promover nuestros valores e intereses en el mundo. Y Sentido de pertenencia para construir y desarrollar una visión europea compartida a través de la cultura y nuestra historia común.
La agenda de la UE para 2022
2022 será el Año Europeo de la Juventud, un gesto que lo dice todo: la UE quiere conectar con los jóvenes para proyectar el futuro de Europa. Pero también será el año de las elecciones presidenciales francesas en primavera, una vez más trascendentales y el de la Cumbre OTAN en Madrid, donde la defensa y seguridad de nuestro continente deberá ser redefinida. Para todo ello la Comisión Europea tiene su programa de trabajo, cuenta con el liderazgo determinista ya conocido de Von der Leyen, con una agenda que quiere ser audaz y transformadora en pro de una Europa posterior a la COVID-19, que sea más ecológica, justa, digital y resiliente. Consta de 42 nuevas iniciativas legislativas en el ámbito de las seis grandes ambiciones de las orientaciones políticas: el pacto verde europeo; una Europa adaptada a la era digital; una economía al servicio de las personas; una Europa más fuerte en el mundo; la promoción de nuestro modo de vida europeo y un nuevo impulso a la democracia europea.
El nuevo Canciller alemán, Olaf Scholz, lidera un gobierno de coalición denominado semáforo, por los colores de las formaciones políticas que lo conforman: SPD socialdemócratas (rojo), Los Verdes (verde) y el Partido Liberal (amarillo). Un Ejecutivo tan novedoso por quienes lo integran, como innovador por el programa acordado. El sucesor de Angela Merkel, tiene por delante un panorama de retos y desafíos notables, además de tratar de dotar a su mandato de personalidad propia por la comparación continua que se hará de sus decisiones con el legado de su antecesora. Asume su cargo en plena sexta ola de la pandemia y con Alemania entre los países europeos más afectados. La frontera Este de la UE, crítica para los germanos, sufre tensiones continuas por los planes expansionistas de Rusia. Y, económicamente, tendrá que hacer realidad el proyecto europeo verde y digital que debe transformar producción y consumo. Sin Alemania en la vanguardia del mismo, es utópico pensar que Europa puede ganar la batalla del futuro.
El Consejo de la Unión Europea ha adoptado la Recomendación de la Comisión sobre «Un Pacto para la Investigación y la Innovación en Europa» (Pacto por la I + i), así como sus conclusiones sobre la futura gobernanza del Espacio Europeo de Investigación. El Pacto define valores y principios comunes como la libertad de investigación científica y la libre circulación de investigadores y conocimientos. También describe 16 áreas prioritarias compartidas para la acción conjunta, que van desde el fomento de la ciencia abierta para un intercambio más rápido de conocimientos y datos, hasta el refuerzo del liderazgo científico y la excelencia en la Unión Europea, con la participación de todas las regiones y ciudadanos europeos. Al mismo tiempo, las conclusiones del Consejo incluyen la primera Agenda Política del Espacio Europeo de Investigación, que establece 20 acciones voluntarias para los próximos tres años. Entre estas acciones se encuentran la promoción de carreras de investigación atractivas y sostenibles, acercar la ciencia a los ciudadanos y mejorar el acceso a la excelencia en toda la UE.
Europa se enfrenta a la sexta ola de la pandemia de la COVID-19 con las mejores herramientas que durante estos dos últimos años hemos encontrado: la unión en las decisiones y la vacunación masiva dentro y fuera de la UE. La batalla esta vez se centra en la anticipación ante nuevas mutaciones como la variante Ómicron, a base de restricciones que no pongan en riesgo la recuperación económica y la movilidad interna. Para ello es fundamental emplear el certificado digital europeo, que en la actualidad emplean más de cincuenta países en el mundo, así como acelerar el ritmo de vacunación dentro y fuera de la Unión Europea. Una de las terribles paradojas que la pandemia nos deja es que mientras en Europa debatimos sobre la procedencia o no de imponer la vacunación obligatoria o del certificado para acceder a espacios comunes, en el mundo menos desarrollado una vacuna es el bien más preciado para evitar la muerte.