‘The Times They Are A Changin’, que cantaría Bob Dylan. Un cambio que, como decía el mítico cantautor, “sacudirá ventanas y hará vibrar nuestros muros”.
Categoría: Para pensar
Es evidente que, a base de crisis, los europeos hemos aprendido a estar más unidos y confiar más en la Unión Europea, como solución a los retos y desafíos crecientes a que se enfrenta el continente y el mundo. Así lo demuestra una vez más la encuesta del Eurobarómetro estándar de verano de 2022. Su resultado más destacado es el aumento de la confianza de los ciudadanos en la UE y un firme y constante apoyo a la respuesta de la Unión frente a la agresión rusa contra Ucrania. Una abrumadora mayoría de los ciudadanos de la UE apoya las inversiones en energías renovables y las medidas para reducir la dependencia de la UE de las fuentes de energía rusas. La tasa de aprobación del euro nunca ha sido tan alta. Pero, sin embargo, esta positiva realidad no es capaz de evitar el creciente pesimismo de los europeos, que están cada vez más preocupados por la situación económica en la UE y en su propio país.
En marzo de 2020 en plena pandemia del Covid-19, las instituciones europeas acordaron dejar en suspenso el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, es decir, las reglas fiscales de control del gasto y déficit público en los Estados de la UE. Se trataba de permitir que pudieran reaccionar rápidamente y adoptar medidas de emergencia para mitigar el impacto económico y social de la crisis. La acción política coordinada amortiguó el golpe económico y preparó el camino para una sólida recuperación en 2021. Todo hacía pensar que en a finales de este año Bruselas volvería a la ortodoxia presupuestaria y los recortes acabarían con las alegrías expansivas de inversión pública. Sin embargo, Putin se ha encargado con su invasión de Ucrania de alargar el periodo de barra libre para las teorías keynesianas, que en esta ocasión pretenden esquivar el riesgo de estanflación – inflación sin crecimiento – y la consiguiente pérdida de empleo en los 27.
Se ha presentado el Eurobarómetro de invierno 2021/2022, la última encuesta realizada en los 27 Estados de la UE, que muestra resultados sobre las principales percepciones y preocupaciones de la ciudadanía a nivel europeo y nacional. En esta ocasión, se han abordado temas de gran relevancia para la actualidad europea como la gestión de la pandemia y la posterior recuperación económica, el impacto de la invasión en Ucrania o la confianza de la ciudadanía en los medios de comunicación y en las instituciones europeas. Un excelente termómetro del sentido de pertenencia e identidad de los europeos con la Unión y, todo un examen, país a país, del grado de satisfacción del proyecto de construcción europeo. El resultado en España es que una vez más, los españoles alcanzan un alto porcentaje de europeísmo, pues, el 81% se siente ciudadano europeo.
La última reunión del Eurogrupo sorprendió a propios y extraños por la presentación de una propuesta conjunta de armonización fiscal por parte de España y Países Bajos. Dos mujeres, la vicepresidenta y ministra de economía Nadia Calviño y su colega holandesa Sigrid Kaas, presentaban una iniciativa para reformar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Toda una sorpresa teniendo en cuenta que durante los últimos años ambos países han protagonizado alguno de los choques más sonados en el Eurogrupo por su antagónica visión sobre la disciplina presupuestaria en la zona euro y la forma de encarar la salida a la crisis. Este giro de 180 grados en sus relaciones pretende lograr una reforma que permita establecer estrategias de consolidación específicas para cada país “realistas, graduales, pero ambiciosas”. En un contexto marcado por la respuesta a la pandemia y a la guerra de Ucrania, la presentación de este documento conjunto subraya la necesidad de encontrar consensos en la UE.
Europa se ha propuesto cambiar el modelo de producción y consumo como único método viable para alcanzar la descarbonización y ganar la batalla contra el cambio climático. La fórmula no es otra que la llamada Economía Circular. Pero para ello, es evidente que la pieza clave somos las personas, de ahí que la Comisión Europea haya propuesto actualizar las normas de la UE en materia de protección de los consumidores a fin de capacitarlos para dicha transición ecológica. Las normas actualizadas garantizarán que los consumidores puedan tomar decisiones informadas y respetuosas con el medio ambiente cuando compren productos. Los consumidores tendrán derecho a saber durante cuánto tiempo está previsto que dure un producto y, en su caso, cómo puede repararse. Además, las normas reforzarán la protección de los consumidores frente a declaraciones medioambientales poco fiables o falsas, ya que se prohibirá el “blanqueo ecológico” y las prácticas que les inducen a error sobre la durabilidad de los productos.
La etapa de prosperidad que conoció el llamado mundo desarrollado a partir de la segunda mitad del siglo XX, la lucha por los derechos de las y los trabajadores y el compromiso de esos países salidos de las guerras, supusieron unos niveles de coberturas sanitarias, educativas y sociales sin parangón en la historia europea y navarra. Es lo que hemos venido llamando Estado de Bienestar, como herramienta para contribuir a la equidad. Así se fue desarrollando un gran cauce central mayoritario de la sociedad compuesto de clases trabajadoras y medias hacia una sociedad más igualitaria. Se logró más equidad, gracias a la protección social, y sociedades más cohesionadas en las que la mayoría pudiera mirar al futuro con más confianza y estabilidad. Y una movilidad social ascendente o ascensor social, que ha hecho que quienes hoy están por encima de 40 años hayan tenido oportunidades de mejorar sus condiciones de vida. Más igualdad, equidad y justicia social para una sociedad más cohesionada, santo y seña de la Europa y Navarra que deseamos.
El Consejo Europeo de marzo dio finalmente el visto bueno a la pretensión hispano lusa de declarar a la península ibérica una excepción energética en el conjunto de la UE. De esta forma, España y Portugal podrán adoptar medidas específicas debido a la condición de «isla energética» y permite que prospere la propuesta de los dos países para, de forma temporal, poner un precio máximo para las centrales de ciclo combinado, que transforman la energía térmica del gas natural en electricidad. Todo ello supondrá sin duda una bajada de sus precios para españoles y portugueses. Pero más allá de la medida concreta, resulta de relevancia histórica que el pragmatismo que la situación provocada por la invasión de Ucrania refuerce los lazos ibéricos. El iberismo cobra valor geoestratégicamente en un momento en que el mundo se desglobaliza y la unión de fuerzas se impone.
La Comisión Europea ha presentado una serie de acciones a corto y medio plazo para mejorar la seguridad alimentaria mundial y apoyar a los agricultores y consumidores de la UE ante el aumento de los precios de los alimentos y los costes de la energía y los fertilizantes. El aumento de los precios mundiales de las materias primas, acelerado aún más por la invasión rusa de Ucrania, ha puesto de manifiesto nuevamente la necesidad de que las cadenas de suministro agrícola y alimentaria de la UE sean más resistentes y sostenibles, en consonancia con la estrategia “De la granja a la mesa”. Pese a que, hoy por hoy, la disponibilidad de alimentos no está en juego en la UE , ya que el continente es en gran medida autosuficiente para muchos productos agrícolas, la Comisión se compromete a tomar todas las medidas necesarias para garantizar que la UE, como exportador neto de alimentos y principal productor agroalimentario, contribuya a la seguridad alimentaria mundial, en particular en Ucrania, el norte de África y Oriente Medio, que dependen en gran medida de las importaciones de cereales, así como en Asia y el África subsahariana.
El Consejo informal celebrado en el Palacio de Versalles, aderezado de toda la “grandeur” de la presidencia francesa, puede suponer un antes y un después en el proyecto de construcción europea nacido con el Tratado de Roma que el 25 de marzo cumplirá 65 años. Putin, probablemente sin pretenderlo, ha cambiado el rumbo de la Unión Europea con su invasión de Ucrania. Su agresión unilateral ha obligado a la UE a caerse del guindo y tratar de redefinir a toda velocidad su agenda. Ahora la palabra clave no es otra que “soberanía”. Revestida de un discurso impulsado por el presidente galo, Emmanuel Macron, Europa habla ya a las claras de soberanía energética, económica y de defensa. Si en Roma se firmó el acta fundacional de la Comunidad Económica Europea, es probable que en Versalles se hayan puesto las bases para un nuevo Tratado que conceda a la Unión poderes plenos en materia presupuestaria, de política exterior y con una fuerza militar propia.