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2022, año europeo de la juventud

ón que más se ha sacrificado durante la pandemia, brindándoles nuevas esperanzas, fuerza y confianza en el futuro, destacando cómo las transiciones verde y digital ofrecen perspectivas y oportunidades renovadas”.

En su discurso sobre el estado de la Unión ante el Parlamento Europeo, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, propuso que 2022 sea el año Europeo de la Juventud. Con esta iniciativa el ejecutivo comunitario propone, en cooperación con el Parlamento Europeo, los Estados miembros, las autoridades regionales y locales, las partes interesadas y los propios jóvenes, “honrar y apoyar a la generación que más se ha sacrificado durante la pandemia, brindándoles nuevas esperanzas, fuerza y confianza en el futuro, destacando cómo las transiciones verde y digital ofrecen perspectivas y oportunidades renovadas”.

Pero la agenda de la UE, pendiente de la conformación del nuevo gobierno En una palabra, la UE intenta a la desesperada hacer suyos los anhelos de las nuevas generaciones de un futuro común. Saben que son los que más tienen que perder si la construcción europea se viene abajo, pues, han nacido y vivido bajo ese paraguas de protección y libertad de movimiento. De hecho, muchos de ellos son ya nietos del Erasmus, hijos del euro y se han movido en el espacio Schengen como si fuera su casa.

LOS OBJETIVOS COP26

Se han identificado cuatro objetivos clave para la conferencia: 1) Asegurar las emisiones cero a nivel mundial para mediados de siglo y mantener 1’5 grados de incremento de temperatura del planeta; 2) Adaptarse para proteger comunidades y hábitats naturales más afectados por el cambio climático; 3) Movilizar financiación para garantizar el cumplimiento de objetivos y 4) Trabajar desde la unión para cumplir los acuerdos alcanzados. Para cumplir los objetivos, los países desarrollados deberán recaudar como mínimo 100.000 millones de dólares en financiación para el clima todos los años. De no alcanzarse estos objetivos nos enfrentamos a un futuro desolador. Con 2 grados de calentamiento global el impacto para las personas y la naturaleza sería generalizado y grave. Casi todos los arrecifes de coral de aguas cálidas desaparecerían y el hielo marino del Ártico se derretiría por completo como mínimo un verano cada década, con un impacto devastador para la vida silvestre y para las comunidades que de ella dependen por el ascenso del nivel del mar.

EL MENSAJE DE LA UE

La Unión Europea desea predicar con el ejemplo, encabezando la lucha mundial contra el cambio climático. Desde hace años viene adoptando legislación medioambiental que se encuentra entre las más avanzadas del mundo y ha alcanzado sus objetivos anteriores de reducción de las emisiones. Este año, la UE ha renovado sus aspiraciones en materia climática en consonancia con el Acuerdo de París al comprometerse a recortar las emisiones al menos en un 55 % de aquí a 2030 y hacer de esa meta una obligación jurídica a través de la Legislación Europea sobre el Clima. Como mayor contribuyente a la financiación internacional de la lucha contra el cambio climático, la UE está manteniendo su compromiso de facilitar financiación a los países en desarrollo con el fin de ayudarlos a afrontar los efectos del cambio climático e invita a otros países desarrollados a que aporten su propia contribución en apoyo de los países en desarrollo.

EL RESTO DE BLOQUES

Tras la salida de Donald Trump de la Casa Blanca, el presidente Joe Biden ha devuelto a Estados Unidos al Acuerdo de París y ha hecho bandera de la lucha climática. Quiere recortar las emisiones contaminantes hasta en un 53 % en 2030, respecto a 2005, llegar a cero emisiones a mitad de siglo y ha anunciado grandes inversiones para desarrollar sectores industriales sostenibles como la energía solar o el vehículo eléctrico. Por su parte, China ha anunciado que dejará de invertir en plantas de carbón en el extranjero. Es el primer emisor de CO2 del mundo desde 2006, pero su presidente, Xi Jinping, no viajará a Glasgow. En otras grandes economías desarrolladas también han proliferado nuevos compromisos: Japón se propone reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 46% para 2030, Corea del Sur aspira a la neutralidad climática en 2050 y Nueva Zelanda cuadruplicará su ayuda internacional contra la crisis climática. A Glasgow tampoco viaja Putin, pero Rusia cuarto emisor del mundo y gran productor de combustibles fósiles, aspira a reducir en un 79 % las emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2050, respecto a 1990, y baraja la posibilidad de fijar la meta de cero emisiones en 2060. Los Países Menos Desarrollados, bloque que reúne a 46 Estados de África, Asia-Pacífico y el Caribe con más de 1.000 millones de habitantes, ponen el énfasis en la transición justa. Reclaman, en particular, un incremento de la trasferencia de fondos de las economías ricas a las pobres.