Cada año, el 9 de mayo las instituciones públicas celebramos el Día de Europa, recordando la llamada “Declaración Schuman”. Tal día como hoy, de 1950, este ministro francés de Exteriores defendió el impulso de una forma de cooperación política y económica que hiciera impensable una nueva guerra entre las naciones europeas. La fusión de los intereses económicos debería contribuir a aumentar el nivel de vida de la población europea, constituyendo el primer paso hacia una Europa más unida.
Y lo cierto es que así ha sido. Aquella primera Comunidad Europea, vinculada en torno al carbón y al acero, trascendió pronto los intereses meramente económicos y se fue convirtiendo en el gran espacio de respeto a los Derechos Humanos que hoy en día conocemos. Con sus indudables luces, pero también con sus amenazantes sombras. En este sentido, hemos denunciado en numerosas ocasiones el vergonzoso comportamiento de la Unión Europea y de sus Estados en la denominada “crisis de los inmigrantes”, todavía pendiente de abordar desde los parámetros de solidaridad que nos hemos autoimpuesto. El otro reto mayúsculo que, tras la finalización del Brexit, debemos abordar es el referente a los comportamientos antidemocráticos de miembros de la Unión Europea que, como Polonia y Hungría pero no solamente, muestran escaso respeto por sus minorías y por la diversidad sexual y étnica, con políticas activas de persecución y represión que poco tienen que ver con los valores democráticos que Europa dice perseguir.
Y, pese a todo, lo cierto es que durante los últimos meses y al hilo de la pandemia y la crisis múltiple derivada del coronavirus, las instituciones europeas están dando la talla. Tras unos comienzos dubitativos, donde parecía que algunos estados se inclinaban por el “sálvese quien pueda”, Europa ha respondido con unidad y solidaridad; desde luego, mucha más de la que mostró en anteriores crisis.
En lo relativo a la salida social de la crisis económica, a través del Presupuesto de la Unión Europea 2021-2027 y de unos Fondos Next Generation que, por primera vez en la historia, han supuesto que la Unión Europea asuma deuda mancomunada. Estas gigantescas operaciones deben suponer una importante ayuda para la recuperación de los países más afectados por la crisis y para que el conjunto de estados y regiones europeas seamos capaces de sentar las bases de un nuevo modelo socioeconómico, productivo y de consumo realmente sostenible a nivel medioambiental, económico y social. Para ello, y ante las voces que advierten de ello, es nuestra labor vigilar que la llegada de estos fondos no se vincule a contrapartidas que acarreen recortes en prestaciones públicas, y sí sirva para hacer efectivo un nuevo modelo que sea capaz de pasar de la economía lineal a la economía circular.
Europa también está respondiendo acertadamente ante la crisis sanitaria. Por citar lo que más nos ocupa en la actualidad, lo cierto es que la compra unificada de las vacunas –con todos los problemas de gestión que hayan podido surgir- se ha mostrado como la mejor manera de adquisición y reparto justo y equilibrado, huyendo de mercadeos que solamente habrían dificultado la posición de los países menos potentes económicamente.
Con bases como estas, es el momento de mirar al futuro y a la nueva Europa que queremos erigir. Hoy mismo se presentará oficialmente la Conferencia sobre el Futuro de Europa, que se espera sea una oportunidad para aunar las fuerzas de las instituciones y de la sociedad civil en el proyecto de construir nuestra realidad común. El principal objetivo de la Conferencia es ofrecer a la ciudadanía europea un papel más importante en la configuración de las políticas europeas, a través de un nuevo foro público que permita un debate abierto, inclusivo, transparente y estructurado sobre las cuestiones que más importen y afecten a las personas.
En este contexto, cobra más valor la visión estratégica del Gobierno liderado por Uxue Barkos, que desde el inicio de su mandato abogó por posicionar a Navarra en el escenario europeo, por estar presentes en los espacios de discusión y decisión y por invertir en las estructuras públicas que lo hicieran posible. Muchos de los buenos posicionamientos actuales de Navarra, como el relativo a las ayudas de recuperación europeas, responden a una clara orientación estratégica que siempre ha buscado la alineación con las políticas europeas más avanzadas, así como con la búsqueda de una Navarra con voz propia en la Europa de las regiones. Regiones que tenemos un papel fundamental en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a través de sus ejes económico, ecológico, social y cultural.
Desde Navarra, nuestro papel es ser parte activa de esa Europa que encarna los principales valores por los que trabajamos cada día: derechos humanos, libertad, democracia, tolerancia, justicia, solidaridad e igualdad entre mujeres y hombres. Y compromiso con las próximas generaciones, a través de un pacto intergeneracional que les asegure un planeta saludable y oportunidades reales de realización personal y social.
Nuestro partido, Geroa – Socialverdes de Navarra en Europa, ya desde el nombre pero también en su práctica diaria, ha llegado para asentar los valores anteriormente mencionados y, por supuesto, para reforzar esa visión estratégica europeísta.
Porque estamos convencidos y convencidas de que la presencia de nuestra comunidad en las instituciones europeas, además de reforzar el compromiso en el proyecto común, redunda de manera clara en beneficio para la ciudadanía navarra, a través de financiación de proyectos públicos y privados, interconexión de Navarra con otras regiones, coordinación de estrategias a nivel europeo e iniciativas en los diversos foros que tienen su sede en Bruselas.
En pleno proceso de creciente interdependencia y transnacionalización en todos los órdenes de la vida política, social, cultural y económica, debemos seguir profundizando en la integración, fomento del pluralismo, de la diversidad y del intercambio. Como europeas y europeos convencidos, en Geroa Socialverdes apostamos por una mejora del proyecto europeo que dote de mayor peso decisorio a las regiones. Para ello, trabajamos para impulsar una alianza socialverde, con identidad regional y europeísta, que avance en la capacidad legislativa y ejecutiva de las regiones en la Unión Europea, tanto en las actuales instituciones concebidas al efecto –el Comité de las Regiones o las Eurorregiones- como mediante reformas que amplíen su capacidad de representación en el Parlamento Europeo y en el Consejo Europeo. Desde la singularidad que nos confiere ser una de las 31 Haciendas con capacidad recaudatoria propia presentes en los 27 Estados miembros de la UE, y desde el entendimiento de Navarra como sujeto político también en Europa, abogamos porque Navarra tenga capacidad de presencia directa y codecisión en las instituciones europeas que tratan de asuntos de su interés o competencia, utilizando al efecto los instrumentos jurídicos e institucionales que garanticen esa capacidad.
Jabi Arakama Urtiaga
Parlamentario de Geroa Bai y secretario de Política Socialverde de «Geroa – Socialverdes de Navarra en Europa»