Geroa

Categorías
Movilidad Socialverde

La Humanidad Se Mueve II

Hoy, sobradamente rebasado el periodo de gracia, los vehículos alimentados con combustibles fósiles se han convertido en el nuevo caballo de nuestra era y han acabado creando sus mismos problemas, saturación de espacios, accidentes, contaminación, acaparamiento de recursos naturales y económicos, degradación de las ciudades, incluso de los espacios naturales que hasta hace poco eran de difícil acceso y ahora gracias a los SUV ya no lo son.

deciamos:
La tracción mecánica de los motores de combustión vino a resolver el problema alimentario y a aplazar el medioambiental para un siglo.

…y de eso hace ya 140 años!.

Hoy, sobradamente rebasado el periodo de gracia, los vehículos alimentados con combustibles fósiles se han convertido en el nuevo caballo de nuestra era y han acabado creando sus mismos problemas, saturación de espacios, accidentes, contaminación, acaparamiento de recursos naturales y económicos, degradación de las ciudades, incluso de los espacios naturales que hasta hace poco eran de difícil acceso y ahora gracias a los SUV ya no lo son.

Diríase que el coche eléctrico ha sido llamado a resolver todos estos problemas. Resuelve nuestra necesidad de movilidad con las mismas virtualidades que el automóvil tradicional y convierte a éste en algo tan obsoleto y romántico como un carruaje antiguo con el que desfilar en la Feria de Abril, eventos clásicos, capricho de coleccionistas y poco más.
Pero ojo, el coche eléctrico no es históricamente el sucesor natural del coche de combustión interna o del caballo, ni siquiera una evolución de éste último. En los albores del siglo XX, los vehículos eléctricos eran de hecho más habituales que los de combustión.

El primer coche eléctrico de la historia fue inventado en 1839, hace más 160 años! por Robert Anderson: Era un carruaje convencional dotado de un motor eléctrico equipado con baterías que no eran recargables, eso llegaría 2 décadas después, y alcanzaba la velocidad de un persona caminando a buen paso. Esta fue una de las tantas ideas que le llegaron a la humanidad antes de tiempo. Ni la tecnología, ni las infraestructuras, ni el mercado, ni en general la sociedad estaban preparados para un salto tan enorme.
Pero Anderson no desistió. En 1941 presentó en la Exposición de la Royal Scottish Society of Arts la primera locomotora eléctrica a la que llamó Galvani porque estaba propulsada por células galvánicas (baterías). El vehículo pesaba más de 7 toneladas y fue capaz de arrastrar su propio peso más una carga adicional de seis toneladas a UNOS 6 kms. por hora durante una distancia de más de 2 kilómetros. Fue mejorada y puesta en funcionamiento entre Edimburgo y Glasgow en septiembre del año siguiente antes de ser destruida por los trabajadores ferroviarios que la vieron como una amenaza a la seguridad de su empleo y que por lo visto temían también perder el glamour del hollín que impregnaba vías férreas, vagones y estaciones. Una nueva reedición del ludismo de principios del XIX que inevitablemente acompaña a cada progreso tecnológico o médico de la humanidad.
Finalmente el excesivo peso de las baterías, su corta autonomía y los intereses de la industria petrolera acabaron relegando los motores eléctricos a pequeños espacios y siempre cerca de un enchufe. Hasta que hace una década algunos científicos, empresarios y políticos se tomaron en serio la eficiencia de los coches eléctricos e impulsaron su desarrollo en lo que seguramente supondrá su crecimiento exponencial, de un modo parecido al de la ley de Moore en el ámbito de los microprocesadores.
El vehículo de combustión interna ya ha dejado de ser una muestra de estatus económico y de hecho entre las nuevas generaciones se está tornando demodé. Incluso el típico coche-polla, tuneado, ruidoso, sin silenciadores de escape y con más luces que un árbol de navidad ha pasado a ser un síntoma de marginalidad y cutrez. Definitivamente el coche eléctrico es más cool.
Pero ay! Ya hemos dicho que el vehículo eléctrico a base de baterías no es el sucesor natural del de combustión sino una anécdota. Una anécdota en el camino de la propia evolución de los automóviles y, por mucho que ahora se le quiera dotar de un brillo que nunca tuvo, no resolverá el problema de esta humanidad empeñada en moverse constantemente, porque el problema de fondo no se soluciona cambiando el paradigma de la gasolina por el de la batería eléctrica.
Ni en el mejor de los supuestos, que en 2035 todos los vehículos fuesen eléctricos, el planeta podría soportar 3.000 millones de vehículos particulares. Por muy limpios que nos parezca que sean, que no lo son. Como no son ni eficientes ni sostenibles económica y medioambientalmente. Veamos:

poblacion

En 1850, la población mundial era de 1.262 millones de personas aproximadamente. Hoy rozamos los 8.000 millones y en 2035 seremos, serán, cerca de 9.000 millones, que la mayoría además vivirán amontonadas en megaciudades cercanas a las costas. Esto supone un nivel de población 7 veces mayor que al inicio de esta historia. Y volviendo a ella, recordáis? el problema era la saturación del espacio y la derivación de recursos naturales, incluidos el medioambiente y los alimentos, hacia la movilidad.
Hagamos cuentas. Un vehículo eléctrico particular cuesta aproximadamente 1,5 veces el salario anual de una persona normal, la que nos gusta reconocer como de clase media aunque su salario le llegue justito para pagar la hipoteca y seguir viviendo. Independientemente de su uso y consumo, su mera tenencia supone una serie de costes fijos (impuestos, seguro, compra/alquiler de aparcamiento, mantenimiento, reparaciones y un largo etcétera) y con una vida útil que oscilará entre 5 y 10 años pasados los cuales el ciclo volverá a reiniciarse. Todo esto lo convierte en un medio de producción (transporte de personas y mercancías) carísimo, que para más inri el 90% del tiempo está inactivo, quieto, parado, sin producir nada pero consumiendo recursos económicos y patrimoniales. La ineficiencia no puede ser más evidente desde cualquier punto de vista, incluido o especialmente desde el de la productividad que tanto gustan de recordarnos nuestros queridos gobernantes.
¿Quiere eso decir que el coche eléctrico no tiene futuro?. No, claro que lo tiene. Pero no debe limitarse a la mera sustitución de un tipo de vehículo por otro. O mejor dicho, la sustitución de los depósitos de combustible por las baterías. HAY QUE REINVENTAR EL MODELO DE MOVILIDAD, NO SU TECNOLOGÍA.

Vamos con las propuestas

por Gukgeuk